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CARACOL DE MONTAÑA

Caracol de Montaña 1985 (Colombia)

Imágenes de la subida al alto de La Línea, el Stelvio colombiano

En mi época de ciclista profesional de 1980 a 1993 ambos inclusive, apenas se salía de Europa, no como ahora que el ciclismo se ha globalizado y se ha extendido a todos los continentes.

De mis salidas fuera de Europa, tengo que contar tres, a Colombia a Estados Unidos y a Japón. La primera fue en 1985 a Colombia para disputar una prueba de 4 etapas que consistía en subir cada día uno de los puertos míticos del país.

El Caracol de Montaña lo organizaba la cadena Radio Televisión Caracol,  era una carrera por invitación diseñada para escaladores puros de cuatro etapas con un día de descanso entre cada jornada, dónde tenía que enfrentarme a los mejores escaladores del mundo, a los temibles escarabajos colombianos en su propio terreno.

Mí invitación vino dada por la lucha con Fabio Parra por el maillot blanco de los debutantes en el Tour de Francia de 1985.

Eduardo Chozas, 1985 Tour de Francia equipo Reynolds

Tras aceptar la invitación viajé a Colombia solo, sin mi equipo el Reynolds, era una carrera por invitación individual como un criterium. Viajé en un primer vuelo de Madrid a Francfort y desde allí tenía que tomar otro vuelo hasta Bogotá. Como a todo el mundo le habrá sucedido,  son las cosas de los aeropuertos, conexiones y retrasos. Eran dos compañías diferentes y mi equipaje no iba facturado al destino final, tenía que recogerlo en Francfort para facturarlo de nuevo, pero el primer vuelo se retrasó más de una hora y llegué tan justo que no me dio tiempo para recoger el equipaje. Realicé unas gestiones para que lo enviasen a Bogotá, el caso es que llegué  sin equipaje a la capital colombiana. No tenía ropa de ciclista, ni bici, ni las zapatillas de correr, llegué con lo puesto y los utensilios de aseo personal, lo que se dice ligero de equipaje.

La cadena Caracol me compró ropa de calle para poder cambiarme, con la ropa de ciclismo lo tuve fácil para poder entrenar, Rafa Carrasco (director de Kelme) que estaba allí con Vicente Belda que también iba a participar en la prueba me prestó algo de ropa. La bicicleta era más complicado pero conseguí una bicicleta Vitus de aluminio de las que usaba el equipo Café de Colombia. Me faltaba otra cosa fundamental para un ciclista, las zapatillas de ciclismo, las compré en una tienda de bicis de Bogotá y las tuve que ajustar lo mejor posible con los personal e importante que son esas medidas junto con las de la bici. !vamos que eran todo parches!.

Llegó el día de la primera competición y no había recuperado mi equipaje, no tenía mi equipación de Reynolds, iba a salir con un maillot blanco sin publicidad. Curiosamente, vieron tan blanco mi maillot que me ofrecieron poner publicidad, por lo que me presenté en la salida de la primera etapa  con un maillot blanco de lana con un parche de publicidad que ponía «Limas Nicolson» además llevaba prestada una chichonera negra, que era obligatorio llevarla, junto a mi tez morena no desentonaba para nada con el pelotón de ciclistas colombianos, solo corríamos tres ciclistas extranjeros el citado Belda, Andrew Hampsten y yo que de esa guisa no parecía extranjero.

Por tanta improvisación debuté un poco nervioso en esta primera etapa del citado Caracol de Montaña que iba desde la ciudad cafetera de Pereira (1.411 m) hasta Manizales (2.129 m) unos 40 km de subida, suave los primeros 20 km una bajada, tramos de falso llano y una subida más dura en los últimos 5 km.

Perfil de la subida al Páramo de Letras con la dos vertientes desde el interior y desde Manizales

Comenzó la carrera, sin problemas me coloqué delante en cabeza, pero con tanto ajuste, a las primeras de cambio, cuando empezó el primer tramo duro de subida al hacer fuerza se me aflojó la potencia del manillar y tuve que parar apretar el tornillo. Detrás de los ciclistas venían los mecánicos de los equipos en moto, Juan Suñol el mecánico de Kelme que me asistía a mí también, me apretó el tornillo de la potencia, todo esto sucedió en plena subida, después de estar parado casi un minuto arranqué lo más rápido que pude para enlazar con el pelotón pero todo se complicó cuando de repente comenzó a caer la típica tormenta tropical que dura diez minutos, un breve diluvio universal,  suele caer tanta agua que a veces la crecida de los arroyos de algún barranco se lleva trozos de carretera.

Tour 1985

Iba el último cuando se acabó la primera parte de la subida, empecé a bajar bajo la impresionante tormenta que estaba cayendo, llegué al pelotón de las motos, tenía otro problema añadido: adelantar a un pelotón de más de veinte motos de asistencia que iban con las ruedas de repuesto de los equipos participantes, fue muy complicado adelantarles, esto era una experiencia nueva lo de adelantar a un pelotón de motos bajo un diluvio. Poco a poco lo conseguí y alcancé a un grupo de 20 ciclistas que eran los de menor nivel, se habían quedado del primer grupo, casi todos eran ciclistas amateur, lo profesionales iban delante. Me puse a tirar a tope para intentar enlazar la cabeza en unos falsos llanos durante unos 15 km, nadie me relevaba dirían los chicos que tire Chozas que viene de ganar una etapa del Tour y de ser noveno en la general final. Llegamos al último tramo de subida a la entrada de Manizales, empezaron a atacarme todos sin piedad y +me quedé solo.

!Terminé el último de la etapa! vaya debut para el noveno clasificado del Tour de Francia de ese año, ganador de una etapa y segundo mejor joven a 25 segundos del gran ídolo colombiano Fabio Parra.

Alto de Minas 2.466 metros (Colombia) 42 km de subida 1.819 metros de desnivel

Entre etapa y etapa había un día de descanso y en ese espacio de tiempo los organizadores recuperaron mi equipaje y mi bici con lo que en la segunda etapa que, era una cronoescalada a un coloso al mítico puerto de Minas de 42 km de subida, un paso de montaña de los Andes situado a 2.466 metros desde el lado de Manizales, la parte de los Andes de la costa del Pacífico hacia el interior de Colombia.

Estaba contento ya con mi bici y mmi ropa de Reynolds parecía otro !vaya cambio, había que haberme visto con las pintas del primer día con el maillot blanco con el parche de Limas Nicolson y mi piel tostada por el sol!

En esta segunda etapa quedé regular, en mitad de la tabla, tampoco estaba en muy buena forma era final de temporada pero iba progresando adecuadamente.

José Hipólito Roncancio 1986

Equipo Kelme 1988

A todo esto la organización me puso un chófer y un vehículo para mí solo era un Renault 12 ranchera, de aquí surge una bonita historia con un ciclista amateur, José Hipólito Roncancio, me pidió si podía viajar conmigo ya que no tenía medios para los desplazamientos, yo encantado de hacerle el favor y de que se viniera conmigo. El chico en agradecimiento me regaló unos calcetines con la bandera de Colombia que guardé con mucho cariño y que utilizaba en días señalados como por ejemplo, en el Tour de Francia en la etapa que gané en Morzine en 1987. No creo mucho en la suerte pero si me gustan los detalles y aquél día me acordé de él y de su detalle fué un triunfo que compartí con Roncancio que llegó a profesional y fuimos compañeros en el equipo Kelme tres años después en 1988.

Eduardo Chozas en el Tour 1987, etapa con final en Morzine con los calcetines con la bandera de Colombia regalo de José Hipólito Roncancio

La Línea (Colombia)

La tercera etapa era la mítica subida de La Línea, el Stelvio colombiano, 21,7 km con 1.653 metros de desnivel.

Está en la carretera que une Armenia con Ibagué capitales de los departamentos del Quindio y Tolima respectivamente, es el paso de montaña por excelencia de Colombia, una subida concentrada, otro paso de los Andes a 3.265 metros.

Recuerdo la dureza extrema de los últimos 10 km de La Línea siempre con 39-25. Ese día Conocí a Nelson Rodríguez “Cacaito” el que fuese después profesional, corría en el equipo Varta amateur y tenía montada una cadena humana de seguidores cada 20 metros que le subieron en volandas un buen tramo de los más duros del final, !me pasó como un rayo y le perdí de vista en un instante qué bien que lo tenía montado!. Ese día sobreviví, que no es poco, llegaron 15 por delante de mí.

Santuario de Guadalupe 3.236 mtros (Bogotá Colombia)

El último día era otra cronoescalada al Cerro de Guadalupe desde las calles de Bogotá.

Partíamos desde 2.640 metros y llegábamos a 3.236 metros en 11 km, el día anterior para ver la subida nos acompañó un jeep de la Policía Militar colombiana con ametralladora fija en la parte trasera, nos comentaban que era muy peligroso subir solos por allí, esa etapa fue la de mi mejor clasificación ya que conseguí casi meterme en el top ten, me clasifiqué en el puesto 11, todo un logro dadas las circunstancias.

Para otra ocasión os contaré mi experiencia en el Páramo de Letras una subida de casi 80 km salvando un desnivel de 3.187 metros

Al año siguiente, en 1986, corrí la Vuelta a Colombia con el equipo Teka  batiendo mi récord personal al subir el puerto más largo de mi vida encima realizado en una carrera ciclista, el impresionante Páramo de Letras con un desnivel  de 3.187 metros, que se inicia en los valles del interior de Colombia a 400 metros hasta su cima a 3.677 metros, una subida eterna de más de 4 horas.

Alto del Páramo de Letras 3.677 metros (Colombia) 3.187 metros de desnivel 80,7 km

Esta fue mi primera aventura fuera de Europa en un país muy ciclista con un entorno montañoso y paisajístico espectacular, el ciclismo siempre ha sido un deporte muy seguido en Colombia, tuvo un gran seguimiento en esta época de la década de los 80 y principios de los 90 con sus dos grandes corredores Lucho Herrera y Fabio Parra.

Actualmente el ciclismo ha vuelto a ser quizás el deporte más popular de Colombia con las nuevas generaciones de ciclistas colombianos comandados por Nairo Quintana que ha superado a los anteriores ídolos colombianos con sus triunfos en el Giro y en La Vuelta y su segundo puesto en el Tour.

No está solo,le acompañan una legión de jóvenes corredores, escaladores con mucho futuro como Egan Bernal y grandes velocistas como Fernando Gaviria o Álvaro Hodeg. Lo de la nueva generación de esprinter es algo que nunca lo hubiéramos imaginado en el ciclismo de aquella época.

Ya os contaré sobre otras carreras que hice fuera de Europa como el mundial de Colorado (USA) en 1986 donde durante un mes entrenamos en altiplanos de 3.000 metros por las Montañas Rocosas donde el «Sherif» con su estrella, su cochazo típico de las películas y su sombrero tejano te encerraba en la «jail» por pasarte un semáforo en rojo. O las vivencias del mundial de Utsunomiya (Japón) en 1990, con bonitos recuerdos y muchas anécdotas. En Japón había que concentrarse para saber volver porque cuando salíamos a entrenar  todos los carteles están escritos con signos ortográficos japoneses y para poder volver había que aprenderse  los signos en japonés de Utsunomiya: 宇都宮市

¨El baúl de los recuerdos¨

Eduardo Chozas